Desde hace unos meses tratamos de contaros todo sobre el proyecto en el que estamos absolutamente inmersos; Profesión y Vivienda. Os contamos cómo comenzó el proyecto, toda la ilusión compartida con el colectivo profesional, del que cada día aprendo algo nuevo, casos reales de éxito y su propio testimonio en la pasada jornada de Networking.
Hace ya un tiempo que estoy buceando en los ejes sobre los que se asienta Profesión y Vivienda, el trabajo colaborativo y el aprendizaje colectivo. En esencia son dos metodologías ligadas desde hace años a diferentes corrientes alternativas de enseñanza en el aula.
Trasladar estos sistemas a otro tipo de ámbitos, como el empresarial, bajo mi punto de vista, es un acierto. De golpe y porrazo se rompe con la percepción decimonónica de una empresa tradicional. En esta nueva realidad, la jerarquía horizontal adopta un rol de anfitrión absoluto, acogida del nuevo talento y supervisión de la dirección correcta de la nave, cuyo control depende del trabajo de todo el colectivo. La generosidad no es una virtud, es una seña de identidad.
Este sistema de trabajo permite al equipo profesional de la propia empresa enriquecerse diariamente, a través de la interacción con el resto de compañeros, la interacción con los colaboradores que entran a formar parte del colectivo, la multiplicación de los canales de información, impregnados de la cultura 2.0., la puesta en común de los avances y, en algún caso, retrocesos, la búsqueda compartida de soluciones y, dirigir todos los esfuerzos hacia un fin común, hacen que la máquina esté engrasada permanentemente.
Sin lugar a dudas, compartir esfuerzos, aprendizajes, ideas y trabajar en un colectivo hace de la retroalimentación el mejor de los combustibles.
A día de hoy, para mí, existen varios referentes en la materia, Julen Iturbe, Amalio Rey, Dolors Reig, o Christian Felber. Echad un vistazo a lo que escriben y dicen, seguro que nos ayuda a comprender los parámetros hacia los que se dirige la nueva sociedad del conocimiento.
David Vázquez Rodríguez