Caso de éxito en diseño de Imagen de Marca Personal I
En mi anterior post, trataba de la importancia de los conceptos “ser y parecer”. Continuamos aquí la frase: “Ser y parecer… cautivando”, el secreto de la persuasión.
Se trata de hacer lo que cada persona dominamos profesionalmente, dándole el toque necesario para llevarlo a cabo con esa gracia cautivadora que hace el trabajo más fácil, agradable y productivo.
Llegar a cautivar o persuadir tiene, como elemento sine qua non, conocer bien nuestro puesto de trabajo y los productos y/o servicios que presta nuestra empresa. Esto lo poseía sobradamente Andrés (jefe de ventas, 55 años), el protagonista del caso que les voy a contar.
Su jefe nos contrató, cuando le informamos de que trabajamos en base a resultados. A su pequeña empresa le pesaba mucho la actitud (y el sueldo) de su responsable de ventas.
“Voy a acompañarte a desarrollar la base más confiable de tu comunicación (el 93%), la no verbal (apariencia, gestos, mirada…) y para verbal (tono, dicción, pausas…). El proceso es divertido y el resultado notable y medible. Va a ir dirigido a lograr tus objetivos de forma más rápida, con menos tiempo, esfuerzo y mejores cifras de negocio.
Andrés me miraba con desconfianza. Le tranquilicé diciéndole que la sesión sería de solo 40 minutos y dependería de él que tuviéramos dos más, de igual duración, si le veía la utilidad. Con ellas ya obtendríamos los primeros resultados. Después veríamos que a él y a su empresa les interesaría seguir sacándole partido al proceso.
Las señales eran muy claras: ligero encorvamiento de la espalda, mirada triste, blanco de ojos apagado. oscuras ojeras y textura irregular de la piel. Todo ello ‘hablaba’ de una respiración poco fluida y mal descanso. Toda la apariencia de Andrés, incluida su chaqueta, que no se ajustaba a su cuerpo, mostraba lo poco feliz que era en su trabajo.
El equipo de ventas lo llevaba “de cabeza”. Según sus propias palabras: “Yo ya, con no tener complicaciones estos años que me quedan de vida profesional, me conformaría”.
El caso de Andrés es muy común. Pertenece al tipo de profesionales sénior que, a pesar de su gran valía, se van ‘apagando’, al mismo tiempo que desciende su eficacia profesional.
Le pregunté en qué casos, con qué personas concretas tenía dificultades y nos pusimos a trabajar.
La primera sesión la dedicamos a darle las pautas para entrenar su mirada. Andrés había dejado de mirarse años atrás. Había enfocado su mirada en los demás.
Le expliqué que analizaríamos su apariencia como un puzle y le mostré dónde estaban, en su caso, dos líneas descendentes que comunicaban cosas negativas: Los ojos y la espalda.
1) La línea final de su párpado móvil comunicaba tristeza (los ojos). El motivo: no reír y llevar continuamente gafas.
Pautas:
Abriría su ‘libreta mágica’ (mi modo de llamar a su cuaderno de bitácora). Que hablara de lo mejor de él, reciclada, fabricada por gente con un sueldo digno. En ella enumeraría todo lo que le hiciera sonreír y haría, al menos, una de esas cosas al día. Respirando de un modo consciente. Cualquier acción que llevara a cabo, pensamiento o sensación, podría escribirla allí, para comentarla conmigo… o no.
Le expliqué el modo de ejercitar los ojos y masajear sus facciones, cada mañana, cuando se pusiera la loción post afeitado, lo que contrarrestaría también la línea descendente que acompañaba su mirada.
Le animé a llevar las gafas solo cuando lo necesitara, como recomienda Andrea Buch, experta en el método Bates http://bit.ly/PDFgratuitoMetodoBates . Mi experta alicantina en estilismo, Carolle Partington, nos podría conseguir unas actuales monturas, tipo Guillem Recolons (con himán en el puente). De un color alegre, que le gustara a él, y adecuado al nivel de azul en la pigmentación de su piel.
2) La verticalidad de su espalda la estaba perdiendo. Esto transmitía fracaso: porque la ley de la gravedad le estaba venciendo.
Pauta: Hacerse con una alfombrita, de las de meditar, y tumbarse, tras comer, 10 minutos sobre ella, con las rodillas encogidas y respirando de modo consciente. Para ir notando cómo su espalda la primera vez no se pegaba al suelo y poco a poco sucedería. Haciéndose fotografías de perfil, para ir viendo los avances.
Lo que más le gustó de esta pauta fue cuando le dije, que al recuperar la verticalidad, se le balancearía la pelvis, y vería que tenía menos volumen en el abdomen, pues los intestinos retornarían a su cavidad natural Ahora, estaban ‘lanzados’ hacia delante, porque el cuerpo tiende a compensar las malas posturas.
Efectivamente, continuamos el proceso, que iré contando en posteriores publicaciones. Andrés me llama cada vez que tiene alguna circunstancia importante, que requiere una intervención concreta. Todavía hoy nos reímos, cuando recordamos su incredulidad inicial y posterior satisfacción ante los resultados del proceso completo. Él mismo recomendó mis servicios a su Director General!
Hoy en día, su sonrisa fácil y su flexible verticalidad, entre otros tan pequeños como importantes detalles, transmiten la satisfacción de este gran profesional, que se ha dado cuenta de que siempre le ha gustado su trabajo y lo único que le faltaba era dirigir el enfoque de su mirada hacia él mismo.
Especialista en Imagen de Marca Personal