Realmente enriquecedora la pasada charla de mano de Prudencio en #profesionyvivienda. Nos hizo apreciar la fuerza (negativa) que tiene la frustración que sentimos ante situaciones adversas y cómo nos dejamos arrastrar por ella, para después enseñarnos a apreciar el aprendizaje que conllevan todos y cada uno de esos fracasos.
En ocasiones el desánimo puede con nosotros. Nos derrota emocionalmente y nos hace cuestionarnos todos los pilares en los que hemos fundamentado nuestra existencia hasta el momento. Nos frustramos y no encontramos nada positivo que nos levante el ánimo. Pero en realidad, la frustración no es más que expectativas incumplidas, por lo que debemos marcarnos siempre unas que coincidan con nuestras posibilidades.
La idea reside en interpretar el fracaso como un aprendizaje. De cada uno de esos fracasos sacamos información muy valiosa que condicionará nuestras acciones en el futuro mejorándolas, en base a esa experiencia previa vivida. Porque siempre hacemos la mejor elección, fruto del momento y de la prioridad de nuestros pensamientos, en continua evolución. Apreciar esto nos ayudará a sentirnos en paz con nosotros y nuestras acciones, a pesar de que no resulten como esperábamos.
El miedo al fracaso está fundamentado en condicionamientos culturales y sociales entre los que hemos ido creciendo y los que han ido modelando nuestras conductas. Por ello es normal que todos lo sintamos. Pero si tenemos presente este aprendizaje, que nos hace evolucionar y crecer como personas, tanto a nivel intelectual como emocional, nos será más fácil evitarlo.
Practicar esto cada día hará que lo interioricemos pronto y aprendamos a vivir más libres y sin miedo al fracaso. Hará que seamos capaces de practicar ese tópico tan típico de “El que no arriesga no gana”. Arriesguemos pues por lo que queremos y por aquello en lo que creemos en un determinado momento. Nunca sabremos cuán exitoso resultará.
Probadlo, ¡y veréis que funciona!
Esther Ferrer
Responsable área comercial